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Exposición temporal "El teléfono antes del móvil ¿Antes del móvil qué había?"


¿Quien inventó el teléfono?

A pesar de las bondades del telégrafo, la gente ansiaba escuchar las voces de sus allegados que vivían lejos, el teléfono llenó este vacío. El teléfono no es otra cosa que un aparato que permite transmitir sonidos a distancia mediante señales eléctricas

Durante mucho tiempo Alexander Graham Bell fue considerado el inventor del teléfono junto con Elisha Gray. Sin embargo, Bell no fue el inventor de este aparato, sino solamente el primero en patentarlo en 1876.

El 11 de junio de 2002, el Boletín Oficial de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos publicó la Resolución n.º 269, por la que se honra la vida y el trabajo del inventor italoestadounidense. En la misma se reconoce que fue  Antonio Meucci en vez de Alexander Graham Bell quien inventó el teléfono. Reconoció además que Meucci demostró y publicó su invento en 1860 y concluye con un reconocimiento a su autoría en dicha invención.

Pero...¿quien fue Antonio Meucci?

Meucci construyó en 1854 un teléfono para conectar su oficina (en la planta baja de su casa) con su dormitorio (ubicado en el segundo piso), debido a que su esposa estaba inmovilizada por el reumatismo. Sin embargo, Meucci carecía del dinero suficiente para patentar su invento, aunque sí patentó otros, como un filtro económico para la depuración del agua o el uso de la parafina en la fabricación de velas (que hasta ese momento se fabricaban con grasa de animales, muy contaminantes y sucias).

Meucci falleció pobre y amargado y jamás vio la gloria y el reconocimiento de su talento, el cual chocó con su escaso conocimiento del inglés y su poca desenvoltura ante las artimañas legales y los ingentes intereses económicos de las grandes corporaciones de Estados Unidos.

Un poco de historia...

España fue una de las primeras naciones en beneficiarse del teléfono. Fue en Barcelona donde se efectuó la primera comunicación telefónica el 16 de diciembre de 1877: una conversación por un circuito tendido desde Montjuich y la Ciudadela.

A Madrid llegó un año después, provocando una huelga de cocheros  que pensaron que el invento amenazaba su negocio porque creían que sus clientes habituales, al poder comunicarse desde sus casas, no saldrían a la calle.

Los primeros teléfonos  eran receptores fijos que se colocaban en lugares públicos como hoteles o bares. Las llamadas se pagaban con monedas o fichas en el momento.

El primer locutorio público estuvo en la Carrera de San Jerónimo, instalado en 1890 por la compañía Continental Exprés, y aunque el número de abonados era escaso la idea dio dinero a su impulsor, ya que la gente se acercaba al local para hablar por teléfono sin importarle hacerlo con desconocidos con tal de poder decir que habían hablado por teléfono, y hacían colas interminables para darse ese capricho.

Hablar desde cualquier sitio, sin estar atado a un lugar determinado, fue siempre una de las obsesiones de los ingenieros de telecomunicación.

En la primera mitad del siglo XX, aparecieron los primeros equipos inalámbricos  con la creación de los teléfonos  de  campaña, para los que hacía falta el trabajo de varios soldados a la vez.  Estos teléfonos resultaron fundamentales en el trascurso de la Primera Guerra Mundial.

El desarrollo de la tecnología permitió durante la época de entreguerras la llegada de los aparatos domésticos. El teléfono llegaba al ámbito privado en las casas más favorecidas y poco a poco la aceptación del teléfono fue creciendo en las clases altas.

Las compañías telefónicas promovían la idea de que hablar por teléfono formaba parte de una vida elegante. AT&T hizo algunos anuncios publicitarios donde argumentaba que el teléfono era la mejor forma para hacer invitaciones a eventos informales así como a eventos surgidos de improviso y, Emily Post, publicó algunos consejos sobre las invitaciones por teléfono así como la forma correcta de enseñar a los sirvientes a transmitir mensajes por teléfono.

Los teléfonos llegaron a los negocios. Las redes de interfonos ofrecían la promesa de poder trabajar sin separarse de la mesa.

La publicidad de telefonía para los negocios  de los años 30 muestra una evidente jerarquización “que le permite dar órdenes breves y terminantes”, una concepción fordista de la gestión del trabajo “en nuestra época todo adelanto tiende hacia un fin principal: el aprovechamientos máximo de la hora, del minuto” y el menosprecio de la comunicación personal en el ámbito laboral “evitándose el contacto personal demasiado frecuente, que es un sistema de comunicación retardatario” o “conversaciones personales interminables, cosas completamente antagónicas a la buena marcha de un negocio”. El teléfono como algo necesario para la producción y establecimiento de jerarquías. 

La telefonía  fue desarrollándose, primero con la intermediación de operadoras, y luego con los teléfonos automáticos, que necesitaron de la labor pedagógica de las compañías de teléfono para difundir esta nueva forma de comunicarse.

Ya en la segunda mitad del siglo XX proliferan los teléfonos supletorios domésticos. El teléfono aparece en el ámbito familiar como portador de buenas noticias  “good news and good times often come your way by telephone” o “the telephone is a real friend of the family. Los hogares cuentan con más de un aparato dando más movilidad al hecho de comunicarse

El final del siglo XX supone el inicio de los teléfonos móviles como tales y del ideal de libertad en las comunicaciones telefónicas.

En el sector se considera que la primera llamada desde un móvil propiamente dicho fue en 1973 realizada por el directivo de Motorola Martin Cooper.  La primera generación (1G), basadas en las tecnologías analógicas estaba en marcha. En España, los primeros móviles fueron para el Rey y el Presidente del Gobierno Adolfo Suarez.

La gran popularización del teléfono móvil, impensable en los inicios, tuvo lugar en los años noventa con la aparición del GSM (2G), que ya utilizaba la tecnología digital.  Ya no interesa hacer negocios sin moverse del escritorio: “Usted ya no necesita estar atado a la oficina”, ahora lo que se busca es hacer negocios sin pasar por la oficina (La Vanguardia 26 de Septiembre 1993).

Las ofertas de teléfonos y las líneas asociadas se flexibilizan y se adaptan a la individualidad de fin de siglo. El lenguaje va dirigido a profesionales liberales con necesidades de comunicación en cualquier lugar: “la libertad total es posible”.

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